Es lunes, después de un fin de semana lleno de acontecimientos. Aun no me he quitado mi traje de cóctel de color negro, mejor dicho, aún no me he acostado (la noche ha sido inmensamente larga).
Llevo las gafas de sol puestas porque la luz me deslumbra; está amaneciendo y me dispongo a pasear por las calles vacías de mi ciudad favorita: Nueva York.
He comprado un café con leche y un croisant en un puesto callejero y he parado un taxi para que me lleve a mi lugar favorito, el mejor lugar del mundo, el único donde nada malo puede pasarme: Tiffany´s. Pero está cerrada. Me gusta desayunar con diamantes. Sé que algún día me casaré con un millonario y entonces todos esos diamantes serán míos, pero todavía no tengo cuarenta años y no necesito deslumbrar a nadie de momento con nada que no sea el brillo de mis ojos.
Tengo tiempo y tengo muchas armas para conseguir lo que deseo. Aunque tengo un defecto: me gusta hablar mucho, hablar sin parar. Pero puedo pasarme horas callada, también.
En realidad, nadie sabe cómo soy. Ni yo misma.
Pero lo que ahora más me preocupa es: ¿habré conseguido darle esquinazo a aquel tipo tan pesado? Los hombres te dan cincuenta dólores para el tocador y se creen que pueden ser tus dueños ... qué equivocados están, al menos conmigo.
Nadie será mi dueño, nunca.
2 comentarios:
Seguro que estaras mas atractiva con el brillo de los ojos, que con un par de cientos de diamantes (pero porque renunciar a ellos)
Al tipo seguro que le das el esquinazo...¿pero aparecera luego un marido campesino?
Gran pelicula, gran novela, gran cancion.
Beso en balcon
Hay de todo en esta gran película.
Y los diamantes ... supongo que vendrán a partir de los cuarenta (ya falta menos). No hay que renunciar a las cosas buenas ni hermosas.
Un beso con croasán
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