A finales de junio florece mi árbol favorito: el magnolio. Gruesas flores de color crema se abren en medio de las brillantes hojas de color verde oscuro por un lado y mate cobrizo por otro.
Este año especialmente he temido por el magnolio del Altozano, tras este invierno de frío y nevadas, pero ya están otra vez las preciosas flores de junio, efímeras y elegantes, las magnolias.
Cuando florecen las magnolias es tiempo de piscina, tiempo de terrazas, frías cervezas en copas heladas, caracoles pequeños, helados de chocolate y vainilla, horchatas, granizados, largas siestas en el sofá con el run run lejano del gato que no quiere acercarse, estrenar unas sandalias bonitas, volver a llevar los vestidos de algodón y seda del año pasado, asistir al milagro de los atardeceres lentos y perezosos. Es el tiempo de volver a leer "El vino del estío".
Y estas son las magnolias del Altozano,
recién abiertas esta fresca mañana del último día junio.
de madrugada
un suave olor a limón:
flor del magnolio