lunes, 26 de noviembre de 2007

Despedida en blanco y negro





"Despedida en blanco y negro"

por Toñi Sánchez Verdejo



Nada más escuchar aquellas palabras, decidí cambiar de una vez mi vida. Porque ya estaba harto de tantos ataques dirigidos contra mí. “No me quieren”, pensé con tristeza. “Pues se van a enterar esos estúpidos de lo que yo soy capaz. Me voy, sí me voy” y refunfuñando me despojé de mis vestidos, como si me pesaran demasiado: el largo manto de armiño, el traje de seda blanca, la corona de platino que acababa en picos de estrella. “A ver qué van a hacer sin mí. ¿No saben que si yo me voy esto se acaba?” Y dando pasos muy cortos me desplacé por el enorme vestíbulo de mi palacio, despidiéndome con la mirada de sus inmensas estancias, a un lado y a otro de mi camino: la luminosa sala de los banquetes, el oscuro cuarto de las ejecuciones (¡cuántas había visto en mi vida!); con nostalgia me detuve ante la cámara de mis secretos vicios privados ... Pero por si acaso las tentaciones hacían cambiar mi decisión, firmemente tomada, decidí fijar mi vista en el suelo. Blanco, negro, blanco, negro. Dando pequeños pasos me acercaba cada vez más a la frontera.
¿Para qué darle más vueltas? Estaba cansado de ese papel que me habían asignado, siempre ejerciendo como inmóvil testigo de oscuras estrategias no ideadas por mí y sin embargo ... era consciente de que me debía a mi pueblo, estaba obligado a cumplir un papel importante que el destino me tenía reservado. Pero ahora huia como un cobarde. Ea... qué le vamos a hacer. Todos tenemos una flaqueza y la mía no es la resistencia. Además, tenía curiosidad: ¿Qué sería vivir fuera de estas geometrías? Fuera del tablero, más allá del severo clarooscuro, en aquel lejano mundo en color que no era todavía el mío.
Mientras salía, eché un rápido vistazo hacia atrás. Fue la última vez que los ví. Dos pajes, uno muy joven y otro muy viejo se miraban desconcertados. Uno de mis caballos se desbocó y fue a estamparse contra la torre, que cayó haciendo un ruido infernal. Era el principio del caos: pronto los caballeros negros derribarían las puertas con sus espadas sedientas de victoria.
Pero ahora estoy lejos de todo eso. Suerte que escuché antes que nadie aquellas palabras. Enseguida fui consciente de que iban a por mí y no estaba dispuesto a perder otra vez. No así, sin resistirme.
Porque, después de todo, nadie le dice “jaque mate” al rey de blancas sin que suceda algo extraordinario.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Karmelo Iribarren



Durante el mes de noviembre la Universidad de Castilla La Mancha en Albacete invita a 5 poetas en otoño. Entre los organizadores está Arturo Tendero (poeta, periodista...), que hace estupendas crónicas en La Verdad. Siempre me quedo con las ganas de ir, por unas u otras cuestiones, pero este jueves viene Karmelo Iribarren, cuya poesía, dentro del "realisto sucio", tiene unos tintes que me recuerdan a Bukowski. He buscado algunos poemas en la red y lo que he encontrado me ha parecido más que interesante. Aquí dejo un botón de muestra, para quien quiera saborearlo.




SE ACABÓ EL CUENTO



Se acabó el cuento,

amigo, esto es la vida.

Todos los grandes sueños

con los que hasta ahora

te has entretenido, puedes

dejarlos a la entrada.

Aquí no sirven de nada.








DEL ROSA AL NEGRO



Es lo que tiene,

el amor

empiezas siendo

el galán

protagonista

de una maravillosa

comedia,

y acabas

convirtiéndote

en un actor

sobrio, serio,

de carácter,

sólo que de tu

propia tragedia.






QUÉ CARAJO, A VIVIR



Después de hacer balance,
tras considerar la situación
de arriba a abajo, en frío,
he decidido no volarme hoy
tampoco la tapa de los sesos.
Nunca se sabe con la vida,
me he dicho. Y además, qué
carajo: ya que me trata peor
que a un perro, que se tome
ella la molestia de matarme.





LOS PARAGUAS, LOS TAXIS


Para Xabier Etxart





Acabo de tirarlo,


35 minutos bajo la tormenta


-esperando un maldito


taxi-han podido con él.


Pero cómo se ha portado.


Ésa es la diferencia:


los taxis son como ciertos amigos,


nunca están cuando más los necesitas.


Los paraguas, en cambio, mueren por ti.








EN UN LUGAR SOLITARIO





La estás viendo


desde tu habitación,


a no más de cincuenta metros,


en el edificio de enfrente,


apenas una sombra


entre visillos,


moviéndose.


Lleva bata


y parece


que se prepara


para dormir.


Le calculas alrededor de los cuarenta.


Una edad solitaria.


Te imaginas allí.








LOS SUEÑOS





Lo fueron todo


y ya los ves


ahora,


abatidos por los días


iguales,


como pasquines en los charcos.


Vivir


se reduce


a esquivarlos.


Entre dos coches

Entre dos coches. Entre
un Renault azul y un Corsa
negro, me has venido esta tarde
a la memoria. Ya ves, cien
metros de autopista solitaria
han sido suficientes. Y pensar
que se me fue casi la vida
en mandarte al infierno.
El camarero

Trabajar
de camarero
tiene
-no cabe duda-
sus inconvenientes.
Por ejemplo,
que te conoce
todo dios,
y eso
-dígase
lo que se diga-
es siempre
peligroso:
primero
porque estás
para servirles,
y después
-esto es lo grave-
porque encima
les cobras-
De risa, caro y peligroso
Ir de maldito
por la vida
a estas alturas
además de ser muy poco estético
puede salirte por un ojo
de la cara
cuando no de otro sitio.
Sólo escuchar
los precios del mercado
-y no exclusivamente negro-
es para alucinar:
quince trompos
por un jodido gramo
más cortado
que el coño de Mae West
.Aunque también
puedes ponerte ciego
de vino peleón,
en cuyo caso
te irás tiñendo de un verde
amarillento
y acabarás soplando una flauta de juguete
en cualquier boca de metro.
Y todo esto,
por supuesto,
sin perpetrar un maldito
poema
ni haber leído
al borrachín
de Baudelaire.
EN VÍA MUERTA
O perdí el tren de la vida
o me equivoqué de tren,
una de dos.
Pero tuve
que cometer en algún sitio
algún error,
eso está claro.
Son muchos años ya
sin que suba ninguna
a este vagón.
(Karmelo C. Iribarren.- Donostia , 1959)

jueves, 15 de noviembre de 2007

Playa en Noviembre


Playa en Noviembre
por Toñi Sánchez Verdejo
La mañana es tranquila
y a pesar de noviembre
gente en la playa.
Sobre la arena mis huellas
se pierden entre otras;
saludo a los desconocidos
que se cruzan conmigo.
Me siento anónima y libre,
integrada en el alma de la vida,
arena, ola, concha,
grano de sal, peces plateados.
Quién o qué soy no importa
en esta mañana perfecta
hay gente, sí,
mas no demasiada.
Y nada en qué pensar.
Observo el mar, el cielo,
el camino delante
en medio de las olas.
Siento la sangre recorrer mi cuerpo,
siento el aire en mi boca,
la cálida luz de noviembre
metida en mi.
Cuando el mundo se vuelva oscuro
seguiré en esta playa
con el sol brillando en el azul
y un faro a lo lejos
para que no me pierda.

AGOSTO 18 MIÉRCOLES











AGOSTO 18 MIÉRCOLES
por Toñi Sánchez Verdejo


La mañana de aquel miércoles hubiera sido tediosa, como todas las de agosto, de no ser por la aparición de un hombre que caminaba por la misma acera que yo. El hombre me miraba fijamente mientras se dirigía hacia mí con paso lento e inexorable, como el del tiempo, su boca curvada en una sonrisa enigmática, o más bien solidaria, lo cual es comprensible si tenemos en cuenta que sólo él y yo estábamos en la calle a pleno sol en un árido mediodía de agosto. Pensé que me iba a pedir algo y por puro instinto de conservación me puse la mano sobre la cartera.

- Perdone ¿es usted de aquí? –, me preguntó tras su sonrisa simiesca. Y, sin darme tiempo a responderle, siguió hablando: - Acabo de llegar a este lugar y estoy buscando un sitio donde comer.
- ¿Qué le gusta a usted? – le pregunté con cortesía.
- Me gusta el vino y las mujeres. – me respondió sin inmutarse.
- Pues en cuanto a mujeres, ni lo sueñe. La única que conozco es Mari Puri y ya está comprometida. Pero si quiere vino, bueno y en abundancia, le recomiendo un restaurante donde yo como habitualmente y está a sólo unos metros de aquí.

Recibió mis palabras con satisfacción. Era un hombre alto, delgado, seco de carnes y con la piel azulada. Tenía el rostro demacrado y en sus ojos oscuros brillaba la mirada perdida de quien está habituado a los grandes espacios deshabitados. Vestía un traje plateado pasado de moda, demasiado holgado para su talle; no obstante, lo llevaba con dignidad. Su figura era un tanto grotesca pero él me inspiraba confianza. Tras indicarle el camino, me dijo:

- ¿Le importaría comer conmigo? La verdad, hoy no tengo ánimos para comer solo y usted me parece un tipo simpático.
- Pues antes tendría que consultar mi agenda. – le contesté, sacando del bolsillo la agenda electrónica que me había regalado Mari Puri, mi eterna novia. Me gustaba mostrarla a la menor ocasión para presumir de mi poderío informático: móvil, agenda, cámara de fotos y navaja (sí, incluso navaja), todo en uno ¿alguien da más?. Después de manipular los botones sin ningún resultado (y otra cosa hubiera sido un milagro, porque no tengo ni idea de cómo se manejan los aparatos éstos), él mismo la cogió, “¿Me permite?” y con soltura marcó el icono correcto, el menú correcto, el submenú correcto hasta que apareció la página web vía satélite de la semana en curso con todas mis citas y tareas pendientes. A saber: lunes, vacío. Martes, vacío. Miércoles, vacío.

- ¿Qué día es hoy, a propósito?

- Agosto 18 miércoles.

- Pues no tengo ninguna cita programada. Nos vamos.

Estaba seguro de que le había impresionado porque se quedó un rato mirándome sin articular palabra. Luego volvió en sí y me dijo:

- Estoy contento de que se venga conmigo. ¿Cómo se llama?

Le contesté con mi nombre, recibiendo a mi vez el suyo, con el siguiente veredicto: impronunciable. Después de un curso acelerado de fonética extranjera con resultados decepcionantes, resolví llamarlo Sr. Extraño. Se lo dije. Le pareció bien.

- Yo, por mi parte, he decidido llamarle a usted Sr. Paleto.

Lo acepté con un “¡Bien!” dicho con la boca pequeña y por no hacer preguntas indiscretas me mordí la lengua.

- Sr. Paleto, encantado de conocerle.
- Sr. Extraño, lo mismo digo.

Estrechamos nuestras manos (la suya parecía hielo) y caminamos bajo un sol abrasador.

Llegamos al restaurante y sólo quedaba una mesa que al estar situada junto a un ventanal sin cortinas debía de gozar de las más altas temperaturas. El camarero se disculpó, pero el Sr. Extraño se mostró encantado. Por lo demás, el local estaba a 23 grados, según comprobé en el control del aire acondicionado que bajé a 19 a fin de que todos se solidarizaran con nuestra causa. Nos sentamos en la mesa, uno frente al otro, y pedimos vino y los platos recomendados por el maître, un menú por siete mil euros bastante aceptable (al Sr. Extraño le pareció un tanto caro, pero entre el maître y yo le explicamos que la comida que se servía en este lugar era de diseño). Escanciado el vino en grandes copas el Sr. Extraño dijo:

- Propongo un brindis por la fraternidad y la solidaridad entre los pueblos.

Con cierto reparo miré a mi alrededor. Yo iba a menudo allí y no quería que cualquiera escuchara estas tonterías y se lo fuera a contar a mi Mari Puri. Brindé con él, tras verificar que nadie nos miraba. Después de algunas frases de compromiso y varios brindis muy emotivos (más cuanto mayor era la ingesta de alcohol) mantuvimos la siguiente conversación:

SR EXTRAÑO: ¿A qué se dedica usted?
SR. PALETO: Pues verá, soy Ingeniero Apócrifo de Fachadas, Arquetas y Canaletas. Mi trabajo consiste en arreglar los desperfectos que causan las inclemencias metereológicas y humanas: cables que cuelgan de las fachadas, arquetas que hacen ruido porque están mal ajustadas, ya sabe, esas pequeñas cosas que pueden resultar molestas. Una vez detectado el problema, aplico cuatro gotas de un poderoso pegamento y todo va como la seda.
SR. EXTRAÑO: Debe ser un trabajo muy interesante.
SR. PALETO: No lo crea. Es pegajoso en la mayoría de los casos. Y ¿qué hace usted?
SR. EXTRAÑO: Yo soy ingeniero Astronaútico de Tecnologías Interestelares. Mi misión principal es hacer viajes espaciales.
SR. PALETO: Ese sí que debe ser un trabajo interesante.
SR EXTRAÑO: ¡Qué va!. Estoy aburrido de visitar tantas galaxias que hay en el Universo. ¿Usted no sabe que hay otros mundos?
SR PALETO: Sí, pero están en éste. Si usted conociera a mis compañeros de trabajo se sorprendería.
SR, EXTRAÑO: No, si yo me refiero a otros planetas. El Universo está plagado de planetas con vidas similares a las nuestras, si no paralelas, que hacen las mismas cosas en un mundo sólo diferente en algunos matices.
SR. PALETO: Mire, esto que me está contando es muy interesante, pero nos acaban de traer los huevos con patatas fritas que hemos pedido y yo tengo un hambre que no veo.
SR. EXTRAÑO: ¿Esto son huevos con patatas fritas? ¿Dónde están los huevos? ¿Dónde las patatas?.
SR. PALETO: Ya le dije que aquí todo era muy moderno. ¡Usted a comer y a callar!.

Y tras estas poderosas razones cada uno nos aplicamos a nuestro plato. Acabado éste, el Sr. Extraño me dijo, mirándome con gravedad:

- ¿Sabe usted que esa estrella brillante que llaman Sol dentro de treinta y cinco mil años absorberá por entero este planeta?

Yo me quedé mirándolo de hito en hito. Luego miré la botella de vino. La ví medio vacía, y no es que fuera pesimista, es que le quedaba sólo un dedo de líquido. Dije lo único que se puede decir en estos casos:

- Camarero, otra de tinto. – y dirigiéndome al Sr. Extraño- Aunque pase eso que usted dice, para entonces ya nos habremos bebido varias de éstas ¿no?

El Sr. Extraño asintió y propuso un brindis por el sol “como fuente suprema de energía” (cito textualmente sus palabras, no me invento nada). “Este hombre debe de haber leído muchas novelas”, pensé. Después de apurar mi copa sentí que hacía más calor del que yo podía soportar. Le pregunté al camarero qué pasaba con el aire.

- No se lo va a creer, pero el proceso del aire se ha invertido y en vez de frío suelta aire caliente.
- Porque será una bomba de calor ¿no?
- Que va. Si aquí no tenemos bomba de calor. Esto es muy extraño.

Miré al aludido, que me devolvió una sonrisa beatífica. Recordé que él también había manipulado el mando del aire.

Después de unos cafés y un par de piedras de whisky en los que ambos nos mostramos silenciosos y pensativos, el Sr. Extraño me dijo:

- ¿Sabe qué le digo? Estoy cansado de viajar solo por el espacio. ¿No le gustaría venirse conmigo y vivir experiencias sorprendentes? Pasaríamos muy buenos ratos usted y yo.
- Pero ¿eso está bien pagado? – le pregunté, un tanto reticente.
- Bueno, no mucho, pero tiene sus compensaciones. Además, si vamos a algún planeta que no esté conquistado, será nuestro.
- ¿Y hay muchos de ésos? – quise saber, intrigado.
- Hasta ahora no he encontrado ninguno – respondió-, pero conozco a otros que sí lo han logrado.

Estas últimas palabras me animaron definitivamente. Resolví ir con él porque ¿qué podría perder? ¿Mi trabajo? Estaba harto de tanto pegamento (y sospecho que estaba empezando a crearme adicción, porque no podía pasar sin su penetrante olor) ¿Mi novia Mari Puri? Llevábamos veinte años de noviazgo; un amor cocido tan a fuego lento bien podía esperar otros veinte más. Y además cabía la posibilidad de volver rico de mi aventura espacial.

Le dije al Sr. Extraño que me iba con él.

- Pues vaya pagando la cuenta, mientras voy a buscar mi nave espacial.

¡Pues empezamos bien!. Desde el principio había tenido la corazonada de que mi bolsillo iba a sufrir un golpe de estado. En fin, todo sea por ser rey o virrey de alguno de esos nuevos mundos.

Antes de que abandonáramos el local le pregunté:

- No me ha dicho de dónde es usted.

Señalando el cielo con una mano y pasando el otro brazo por encima de mis hombros (lo cual me produjo un escalofrío), me respondió:

- Del planeta Tierra, en la Vía Láctea. Está a miles de millones de kilómetros luz de aquí. Un día de éstos iremos a que tome usted un tinto manchego como es debido. Ya verá, ya: ni punto de comparación con lo que tienen en este planeta.


FIN



Agosto, 18 miércoles de 2004

Publicado en el libro "22 ventanas abiertas" de la Biblioteca Pública del Estado en Albacete. Año 2005





miércoles, 14 de noviembre de 2007

¿Y la luna?, de León Felipe

En el pozo la guardaron.
Para que no la robasen
en el pozo la guardaron
-como una onza en un bolso-
aquellos fieros románticos.
Y estuvieron dos cipreses
la noche entera velando.
La noche entera de un siglo
los dos cipreses velaron.
Pero fue en vano, fue en vano,
toda la vela fue en vano.
Al llegar la madrugada
el Sol levantó los brazos
y asomó sobre la sierra
su rostro congestionado
de risa, que gritaba:
¡la han robado, la han robado, la han robado!...


León Felipe

El agua que está en la alberca, de Pedro Salinas



El agua que está en la alberca
y el verde chopo son novios
y se miran todo el día
el uno al otro.
En las tardes otoñales,
cuando hace viento, se enfadan:
el agua mueve sus ondas,
el chopo sus ramas;
las inquietudes del árbol
en la alberca se confunden
con inquietudes de agua.
Ahora que es la primavera,
vuelve el cariño; se pasan
toda la tarde besándose
silenciosamente. Pero
un pajarillo que baja
desde el chopo a beber agua,
turba la serenidad
del beso con temblor vago.
Y el alma del chopo tiembla
dentro del alma del agua.


Pedro Salinas

viernes, 9 de noviembre de 2007

Violetas para Cecilia


Era feliz en su matrimonio

aunque su marido era el mismo demonio

Tenía el hombre un poco de mal genio

y ella se quejaba de que nunca fue tierno.

Desde hace ya más de tres años

recibe cartas de un extraño,

cartas llenas de poesía,

que le han devuelto la alegría.

Quién la escribía versos dime quién era

Quién la mandaba flores por primavera

Quién cada nueve de noviembre,

como siempre sin tarjeta,

la mandaba un ramito de violetas.


Aveces sueña y se imagina

cómo será aquel que tanto la estima

Sería un hombre más bien de pelo cano,

sonrisa abierta y ternura en las manos.

No sabe quien sufre en silencio

quién puede ser su amor secreto

Y vive así de día en día

con la ilusión de ser querida.


Quién la escribía versos dime quién era

Quién la mandaba flores por primavera

Quién cada nueve de noviembre,

como siempre sin tarjeta,

la mandaba un ramito de violetas.


Y cada tarde al volver su esposo

cansado del trabajo la mira de reojo

No dice nada porque los sabe todo

Sabe que es feliz así de cualquier modo

Porque el es quien le escribe versos

El su amante su amor secreto,

y ella que no sabe nada

mira a su marido y luego calla.


Quién la escribía versos dime quién era

Quién la mandaba flores por primavera

Quién cada nueve de noviembre,

como siempre sin tarjeta,

la mandaba un ramito de violetas.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Niebla amarilla



NIEBLA AMARILLA
por Toñi Sánchez Verdejo

Amanece niebla en la ciudad un dia de los más fríos de noviembre. Y un ejército de nadies sale a la calle, en su acostumbrado trayecto a la obligación diaria. Llevan la boca tapada para resguardarse del frío, las manos en los bolsillos y las bufandas alrededor del cuello; muchos de ellos tienen auriculares, para desentenderse de la mañana inhóspita y habitar aquellos mundos virtuales que hayan elegido.

Caminan deprisa. Miran sin observar. Sus ojos cansados resbalan por las cosas como la mano que acaricia un cristal y no se queda con nada.

Por eso no ven el milagro.

Porque esta mañana la niebla ha pintado los edificios de amarillo. Un amarillo brillante como el polen que se desprende de los girasoles cuando el viento los sacude las lentas tardes del verano.

La niebla ha encendido con doradas antorchas la ciudad, pero nadie se da cuenta.

Sólo un niño, que va de la mano de su madre, señala hacia arriba con el dedo y dice:

- Mira, mamá.

Pero la madre no mira. Tira de él suavemente y acelerando el paso sobre sus tacones que clavetean el suelo le dice:

- Ahora no, hijo. Llegamos tarde...

Y el niño deja de mirar el cielo y la parte más alta de las casas donde el amarillo es más intenso. Fija su mirada en el suelo y trata de acompasar sus pasos a los de ella.

Enseguida desaparecen. La niebla se hace más espesa. Ya no se ven más que figuras borrosas que pasan apresuradamente. Y de repente se encienden dos círculos de color amarillo.

Son los ojos de un gato negro que estaba dormido sobre unos cartones. El gato se despereza. Afila sus uñas en los neumáticos de un coche. Mira a su alrededor y bosteza. La ciudad tiene el mismo color de sus ojos, amarillo, pero a él no parece importarle el color ni la niebla. Emite un maullido de satisfacción y se mete debajo de los coches, espantado por ruidos de pisadas. También él desaparece, dejando el recuerdo de sus ojos impregnando el aire húmedo.

Sigue pasando gente. El tiempo transcurre monótono y la niebla va disolviéndose, poco a poco. Se desvanece el tono dorado que cubría la ciudad. Simplemente, el oro se convierte de nuevo en gris, sin dejar rastro del milagro.

El milagro que sólo han visto los ojos de un niño.

Albacete, 7 de noviembre de 2007

martes, 6 de noviembre de 2007

Gloria Fuertes


Gloria Fuertes era una mujer peculiar. Recuerdo los programas infantiles en los que salía ella con su voz ronca y el pelo canoso, desde luego nada femenina ni físicamente agraciada, pero muy cálida, a veces brusca y sobre todo humana. Recuerdo sus versos llenos de ripios pero divertidos y algunos poemas para mayores que también daban risa en un primer momento para sacar reflexiones cuando uno está solo.
Hoy me he asomado un poco más a su poesía, a su profunda sensibilidad, y he leído unos cuantos poemas hermosos. No sé si estarán a la altura de lo que dictan hoy los poetas que dictan lo que se lleva o no en poesía, como los modistos dicen si este invierno está de moda el color violeta o las gabardinas, pero yo los leo y me gustan.



EN LOS BOSQUES DE PENNSYLVANIA

Cuando un árbol gigante se suicida,
harto de estar ya seco y no dar pájaros,
sin esperar al hombre que le tale,
sin esperar al viento,
lanza su última música sin hojas
—sinfónica explosión donde hubo nidos—,
crujen todos sus huecos de madera,
caen dos gotas de savia todavía
cuando estalla su tallo por el aire,
ruedan sus toneladas por el monte,
lloran los lobos y los ciervos tiemblan,
van a su encuentro las ardillas todas,
presintiendo que es algo de belleza que muere.


AUNQUE NOS MURIÉRAMOS AL MORIRNOS

Aunque no nos muriéramos al morirnos,
le va bien a ese trance la palabra: Muerte.
Muerte es que no nos miren los que amamos,

muerte es quedarse solo, mudo y quieto
y no poder gritar que sigues vivo.

EL DOLOR ENVEJECE MÁS QUE EL TIEMPO...

El dolor envejece más que el tiempo,
este dolor dolor que no se acaba,
y que te duele todo todo todo
sin dolerte en el cuerpo nada nada.
A tantos días de dolor se muere uno,

ni la vida se va, ni el corazón se para,
es el dolor acumulado el que,
cuando no lo soportas,
él te aplasta.
Mi accidente será un buen epitafio:

Cuando una calle bajo el sol cruzaba,
de dolor - o de amor - es lo mismo,
murió desbaratada.

LAS COSAS, NUESTRAS COSAS...

Las cosas, nuestras cosas,
les gustan que las quieran;
a mi mesa le gusta que yo apoye los codos,
a la silla le gusta que me siente en la silla,
a la puerta le gusta que la abra y la cierre
como al vino le gusta que lo compre y lo beba,
mi lápiz se deshace si lo cojo y escribo,
mi armario se estremece si lo abro y me asomo,
las sábanas son sábanas cuando me echo sobre ellas
y la cama se queja cuando yo me levanto.
¿Qué será de las cosas cuando el hombre se acabe?
Como perros las cosas no existen sin el amo.



lunes, 5 de noviembre de 2007

Haikus 2005

















En mayo de 2006 la Biblioteca Pública del Estado en Albacete publicó el libro: "42 VENTANAS ABIERTAS. RELATOS DE OTOÑO E INVIERNO 2005 DE LA BIBLIOTECA DE ALBACETE", en el cual, entre otros textos, se publicaron mis haikus. Estuve escribiéndolos durante el año 2005, por eso los titulé: Haikus 2005".


Estos días estoy pensado en haikus, por lo que me he decidido a descorchar, una vez más, una botella del suave vino pseudojaponés y muy manchego de aquel año. Con lo que sé ahora sobre haikus tengo que reconocer que algunos de los que incluyo aquí no son haikus en su sentido más puro, pero les tengo cariño. Los pensé en su día y así se quedan, con sus torpezas (más bien las mías) y con todos los recuerdos que en mí despiertan.




El haiku es un poema corto de diecisiete síla-
bas distribuidas en tres versos de forma: 5/7/5,
que pertenece a la literatura japonesa. Su rela-
to es descriptivo, como flash que ilumina un
instante. Su característica principal
es la inmediatez.
El protagonismo se dirige hacia la
naturaleza, contemplada en las diferentes esta-
ciones del año. En el haiku se percibe conscien-
temente el momento presente, muy similar a la
sabiduría Zen y puede expresar nostalgia,
humor, serenidad, sencillez, aceptación...






HAIKUS 2005
por Toñi Sánchez Verdejo










HOJAS SECAS Y CRISANTEMOS


((Otoño))












Camino al otoño,
veo hojas en las ramas
todavía






Pájaros tristes
en otoño se marchan
ya no regresan












Parece frágil
crisantemo amarillo
entre mis manos






Bajo mis pies
alfombra susurrante
las hojas muertas












¿No es valiente
ese rayito de luz
tras la tormenta?






Sueños perdidos.
Cómo me los recuerdan
las hojas secas












Gotas de lluvia
Las dejan en mi abrigo
coches que pasan













FRÍO Y NIEVE
((Invierno))










Mañana fría
solitario camino
mas voy cantando












Pobre paloma.
Has terminado el vuelo
contra el asfalto






En el camino
permanecer es raro.
Irse es normal








Por el parque
sólo sombras y frío.
¡Qué silencio!






Noche de Reyes.
Aún sueña con ellos
mi niña interior







Parque nevado
mis pies sobre la nieve
abren caminos

(1 de marzo de 2005, nieve en el parque)











En esta noche
la esperanza tiene
ojos de estrella












La vida pasa.
Yo sigo celebrando
mi cumpleaños



(16 de marzo)













MAR Y PALMERAS
((Verano))











Quietas palmeras
os despeina la brisa
salada del mar

Noche en el campo.
Sobre el green luna llena.
Uno sobre par


(en el campo de golf)












En esta playa
mis pies descalzos dejan
qué breves huellas










Estelas de sol
Reflejos plateados
en el gran azul






Frustrada siesta.
Me despiertan mi hijo
y las avispas












Pájaros nuevos,
vuelos titubeantes
sobre el viejo mar






PARAÍSO EN FLOR
((Primavera))












Amaneciendo.
Aún la luna duerme
entre las nubes












Un hilo de sol
ilumina los pinos.
¡Tarde de ardillas!






Por fin la lluvia.
Desde el cielo las nubes
lloran conmigo












¿Soñó esa flor
un lugar más hermoso?
Manos de Víctor




(haiku para mi hijo)












Luna sonriente.
Una estrella a tu lado
y yo aquí, sola






dulce perfume
de estrellas amarillas
paraíso en flor

Una gata curiosa a veces reflexiona

Una gata curiosa a veces reflexiona
mientras pasea por la calle Ancha

Dientes que león que volaron lejos o cerca ... ¿alguno te ha llegado?

El gato de Cheshire...

El gato de Cheshire...
o su sonrisa

Instituto Cervantes

Espéculo

Espéculo
Revista literaria

¿Alguien ha visto mi ratón?

¿Alguien ha visto mi ratón?
Si tienes gato, esto te puede pasar a tí

Si un perro salta a tu regazo es porque te aprecia...

Si un perro salta a tu regazo es porque te aprecia...
...pero si un gato hace lo mismo es porque en tu regazo se está caliente. A.N. Withehead

Dientes de león desde 7 de septiembre de 2010

Dientes de león

Dientes de león

¿Desde donde te trae el viento ... ?