En estos últimos días de octubre llama la atención observar por las calles de Albacete muchas referencias a Halloween, sobre todo en las tiendas de juguetes y disfraces y en los anuncios ... Lo cierto es que es una fiesta divertida para los niños que no cuesta nada adoptar, aunque en España hace unos años todo esto nos llegaba por las películas americanas. O si no ¿recordais cuando la única calabaza que reconocíamos los españoles era la Ruperta, del Un, dos tres?
Parece que el origen de Halloween viene de los celtas y la fiesta de Samhain o fin de verano, y que concretamente esa noche podía significar una ruptura de la frontera entre el mundo de los vivos y los muertos. Así que para apaciguarlos se les hacían ofrendas o se ahuyentaban con fuego. Parece ser que vaciaban nabos (¿cómo serían esos nabos?) y los rellenaban de carbones ardientes. Más tarde, los emigrantes irlandeses que llegaban a América llevaron sus tradiciones (y se encontraron con las calabazas, que eran mucho más grandes). Todo esto lo cuentan muy bien en este enlace.
Lo que me gusta de esta fiesta es encender velas recordando a las personas que ya no están conmigo (que recuerdo más en estos días), comer huesos de santo, leer los cuentos de miedo de Bécquer o de Poe ... Las floristerías llenas de flores preciosas, sobre todo crisantemos, y la gente que las compra y las lleva por la calle. Los niños que se disfrazan y juegan en los patios de la escuela (ellos de esqueletos y monstruos, ellas de brujas y vampiras). El parque cubierto de una alfombra de hojas secas. Los días que todavía no son demasiado fríos y el agradable sol de las tardes. Y todos los frutos de otoño (sobre todo los de color naranja): castañas, caquis ... y calabazas.
Feliz noche de Halloween, de Brujas, de Difuntos. Feliz noche de Fin de Verano.