Sentado aquí,
como uno de nosotros,
el gato: fin de año.
Issa
Esta novela, que en principio parecía una historia simple de un internado de niños huérfanos al estilo victoriano y con un amor de infancia de esos un poco ñoños que simplemente nos harían sonreir, da un giro espeluznante cuando allá por la página 100 nos sacude un buen bofetón con esta frase dicha por una de las profesoras de Hailsham en un día de lluvia. Así, todo el rompecabezas se resquebraja y obliga al lector a situarse en una mentalidad distinta, una nueva conciencia donde esta es la puerta de atrás de una utópica sociedad tipo "Un mundo feliz" donde no existen enfermedades porque se tiene "repuesto" para garantizar la buena salud de los órganos vitales.
¿Y quiénes son Kathy, Ruth, Tommy y todos esos niños cuyas vidas pasan por las páginas con una minuciosidad exasperante? No hay duda de que son humanos pero ¿por qué los "normales" se resisten a verlos así? ¿Qué les hace diferentes?