hice el tonto varias veces,
traté a los amigos
como a la caspa de mis hombros
y descumplí promesas
con alevosía.
Y lo mismo que tú ahora
me expuse
me impuse
me interpuse
todo lo que pude y más
y más, con agonía
como si nunca fuera a acabar
lo que finalmente acabó
(ya sabrás qué).
Y cuántos días con sus largas noches
y con qué esperanza
y cabezonería
me subí y me caí
del caballo y volví a subirme
sucia e inconsciente,
iluminada
por esa enfermedad que tienes
que hoy llamas amor.
(Las preciosas ilustraciones pertenecen a Warwick Globe)
2 comentarios:
Dulce enfermedad aunque deje el cuerpo maltrecho cuando termina.
Qué poema tan sobrio, Toñi.
Gracias, Paula :-)
(ahora he visto el comentario, anda queeeeeeeeeeeee estoy yo bien)
Un beso
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