El pasado 23 de abril se entregaron los premios de haiku de la biblioteca. Y soy muy afortunada porque me ha correspondido uno de esos premios. Pero esa fortuna no radica en el premio en sí, ni en el honor, sino en tener una excusa para pedir un día de vacaciones para mí, tener la oportunidad de conocer a los otros ganadores (gente distinta e inesperada), y pasar una mañana con ellos (me refiero a mis compañeros de AGHA), echar unas risas, echar un haiku, sentirme acompañada por amigos que de verdad se alegran de mi alegría y saber que tengo todavía mucho que aprender, mucho que recorrer, pero eso sí lo sé, estoy en el camino.
Con mis amigas del CELB (por decir algo, también podría decir amigas y punto) Teresa y Gracia. Allí estaban, haciendo un hueco en sus ajustadas agendas para compartir conmigo ese momento tan importante.
ROMANCE DEL HAIKU
Si quieres ser un poeta
y tener fama en Japón,
dedícate a escribir haikus
que allí molan un montón.
Los japoneses son raros
y no tienen solución.
Comen algas, comen tofu,
salsa de soja y arroz,
seitán y pescado crudo,
hacen yoga y taekwondo.
Y en vez del año mariano,
celebran el del dragón.
Por eso, en esto del haiku,
no busques explicación,
sólo hay que mirar las cosas
y añadirles emoción.
Con tres versos hay bastante,
ni rima ni entonación,
sólo hay que ajustar sílabas,
es la única prescripción.
Cinco lleva el primer verso
y siete a continuación,
y luego otro más con cinco
y el haiku se terminó.
Os pondré algunos ejemplos
para evitar el temor
de que si escribes un haiku
te miren como a un bufón:
Cuando sea primavera,
y estés en un camposanto,
dices que hay flores silvestres
entre las tumbas de mármol.
Si ves en un viejo estanque
que se zambulle una rana,
lo único que has de añadir
es el sonido del agua.
Una pareja en la playa,
con el fragor de la mar,
puede descansar tranquila,
las olas le arrullarán.
Si un mosquito de verano
te picó con su aguijón,
di que no puedes matarlo.
Le has hecho una transfusión.
Pero esta literatura
no sólo se da en Japón,
que también en Albacete
tenemos mucha afición.
Hay un grupo numeroso,
tienen una asociación,
y si juntan veinte haikus
sacan su publicación.
Conozco a Frutos y a Elías,
pesos pesados los dos
(pues para abrazar a uno
se tienen que juntar dos),
y transmiten alegría,
reposo y conciliación.
Pero si de los haijines
que hay en esta población,
tengo que elegir a uno,
me quedo con el mejor,
que para mí es un hermano,
Ángel Aguilar Bañón
bajo un tejo de mil años
mientras cae la nieve…
¡qué silencio!
Teneis el fallo en este enlace: fallo-del-septimo-premio-de-haiku
Y más fotos en este otro: fotos-de-la-entrega-de-premios
4 comentarios:
¡Es hermoso lo que hacen,y lo que se genera al verlos juntos,unidos en un camino tan gratificante !!!,¡Felicito a todos por participar,y a ti,Toñi,por tu merecido premio!!!
Felicidades otra vez. Un merecidísimo premio, sin duda.
Me habría encantado estar con vosotros.
Muchas gracias, Lili. Así es, y tú lo sabes, que el haiku es muy gratificante. Y si a ésto le añades buena gente que también escribe, un premio extra (miel sobre hojuelas, que diríamos por aquí)
Un beso :)
Paula:
Ya lo sé, me hubiera encantado que vinieras pero el trabajo es así. A ver si el año que viene participas, tengo ganas de leer tus haikus ;)
Un beso y gracias
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