A mediados del siglo XVI el rey Juan III de Portugal decidió regalarle su elefante al archiduque Maximiliano de Austria aprovechando su estancia en Valladolid. El elefante, de nombre Salomón y más tarde Solimán, atravesó Portugal y Castilla, el Mediterráneo, Italia, los Alpes y finalmente el Danubio hasta Viena. Esta es la historia que me ha traído de cabeza esta Semana Santa. Un libro ameno, con esos tics tan propios de Saramago, en un registro que no es habitual en él: la novela histórica.
Dicen que es su última novela. Desde luego no es la mejor, aunque se lee bien. Siempre con ese toque de ironía fina que hace sonreir.
Quien la haya leído ya sabrá lo que es un cornaca...
6 comentarios:
El mejor animal si se cree que es el final de algo.
Siempre recuerdan donde esta el lugar correcto para acabar.
Saramago me gusta, considero que es un sabio, pero a veces, ¡me resulta tan pesado de leer...! Precisamente ahora estoy releyendo "Las intermitencias de la muerte" para el club de lectura y hay capítulos que se me hacen interminables.
Quizá para el verano con sus largas tardes me atreva con el elefante.
Besos.
no me gusta demasiado ese tio, pero di tu me lo recomiendas, gana puntos
Sí, Jorge. Los elefantes son interesantes y muy listos. Son estupendos, los mires por donde los mires.
Teresa:
Aunque te parezca una paradoja, el elefante es más ligero. Y la historia más amena.
Pero ¡claro! enfrentarte a un texto que parece un muro, sin puntos y aparte, sin guiones de diálogo y todo seguido... puf, hay que ser valiente.
Besos
No sé si te gustaría, Marisa. Entrar en una obra de Saramago requiere paciencia, ya lo digo, por ese aspecto de muro que tienen las páginas. Pero si te dejas llevar es tan ameno como montar en un elefante, en plan cornaca.
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