Las 11 y media es la hora sagrada del café para las secretarias de mi oficina. Nos lo tomamos junto a la ventana, desde donde todos los días podemos ver algo asombroso. El caso es que enfrente del trabajo están construyendo un edificio nuevo y uno de los albañiles se toma una Coca-cola Light a las 11.30.
Exactamente a esa hora.
Precisamente una Coca-Cola Light.
Concretamente ese chico tan guapo que se quita la camiseta.
Sabe que le miramos, aunque él no nos ve. Pero alguien se lo ha dicho.
Esta mañana algo era distinto. La Coca-cola no era Light. Era una normal, de color rojo. Se veía fácilmente que llevaba pegado un post-it amarillo. Una nota. Al leerla ha sonreído, mirando hacia la ventana desde donde le observamos.
Todas estaban intrigadas pensando qué pondría en la nota.
Todas menos yo. Sé que estaba escrito: “Perdona, cariño. Se me han acabado las coca-colas Light. Te dejo una normal y esta noche hacemos un extra para quemar esas calorías de más”
No es que tenga buena vista, ni que sea adivina. Es que la nota está escrita por mí. Se la he dejado esta mañana, mientras él dormía, antes de irme al trabajo.
Para recrearse la vista, un anuncio inolvidable.
Exactamente a esa hora.
Precisamente una Coca-Cola Light.
Concretamente ese chico tan guapo que se quita la camiseta.
Sabe que le miramos, aunque él no nos ve. Pero alguien se lo ha dicho.
Esta mañana algo era distinto. La Coca-cola no era Light. Era una normal, de color rojo. Se veía fácilmente que llevaba pegado un post-it amarillo. Una nota. Al leerla ha sonreído, mirando hacia la ventana desde donde le observamos.
Todas estaban intrigadas pensando qué pondría en la nota.
Todas menos yo. Sé que estaba escrito: “Perdona, cariño. Se me han acabado las coca-colas Light. Te dejo una normal y esta noche hacemos un extra para quemar esas calorías de más”
No es que tenga buena vista, ni que sea adivina. Es que la nota está escrita por mí. Se la he dejado esta mañana, mientras él dormía, antes de irme al trabajo.
Para recrearse la vista, un anuncio inolvidable.
En general, todos los anuncios de Coca-Cola son chulísimos. Desde este vídeo se pueden ver muchos otros.
6 comentarios:
aaay qué buena!
me encantó tu toque personal de anuncio, lo has mejorado sustancialmente y "envidiosamente" bien, jaja, buenísimo.
y un placer of course, recordar ciertos anuncios...
saludos.
ais así se trabaja mucho mejor...madre.. una light o lo que sea pero que me lo traiga el niño..
Muy bueno, Toñi. Es cierto que Coca-Cola hace unos anuncios muy buenos, y éste en especial dio bastante que hablar; todas las mujeres querían trabajar en un oficina como esa, yo también, así que a ver si me invitas por lo menos a un café... ;D
Hola chicas!!
Pues sí, este es un buen incentivo para trabajar contentas y a gusto.
Gracias, Lilit, Marisa y Teresa. Cuando querais, nos tomamos un café ;-)
Un beso.
¡VIRGEN SANTA!, ¡QUÉ BARBARIDAD! y la vida sigue, en fin.
Había una vez una latita de coca-cola normal que siempre deseó ser ligera como el viento. Andaba de acá para allá buscando alguien que le quisiera decir cómo poder llegar a convertirse en light, como dios y las calorías mandan, y así poder volar cual plumilla hacia el cielo de los ángeles. Una mañana de verano, cuando el sol desde lo más alto castigaba duro a los mortales, un fantástico ser, mitad hombre mitad dios, observó cómo la coca-cola normal y cargada de calorías lloraba por dar placer y no kilos a la gente. Este ser de infinita bondad, con increíble forma de hombre y plagado de músculos muy bien elaborados, se apiadadó de la pobre lata y bajó a la tierra cual supermán, cargado de latas de coca-colas light. Agarró con mucho cuidado a la latita normal y con un suave roce de sus cálidos labios, la convirtió en bebida altamente refrescante y ligera como el viento. Desde ese día se rumorea en los ambientes femeninos, que quien beba coca-cola light en un día de verano con el sol en plan jodío, vuela cual pajarillo hacia el lugar donde viven estos seres llamados ángeles. Yo, por si acaso y para llegar cuanto antes, le añado un buen chorrillo de ron o similar que aumenta sus efectos. Es que tengo prisa, los años, ya se sabe.
Un besoooooo.
Extraordinaria la historia. Me encantan además estas perversiones de la publicidad, ese llevarlas anuestro terreno en vez de a la viceversa que es para lo que fueron diseñadas. Y sobre la foto, ¡que decir! mira que estoy cansado de decir que no me fotografíen en la ducha... ;)
un abrazote bien fuertote y no pares de escribir, porfa.
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