Hay tardes en las que no me apetece salir de casa. La luz va variando desde la pereza del sofá y la voy siguiendo, sin hacer nada. Una taza de café caliente que se enfría en cada breve trago, como si fuera un beso. Astrud Gilberto susurrándome desde un lejano lugar. El suave lomo que me ofrece el gato, a veces huraño y otras complaciente, para las caricias más lentas... Sólo falta abrir la ventana y que ahí enfrente esté el Corcovado. Aunque no lo necesito: ya empiezan a encenderse las primeras estrellas.
Um cantinho, um violăo
Esse amor, uma cançăo
Pra fazer feliz a quem se ama
Muita calma pra pensar
E ter tempo pra sonhar
Da janela vę-se o Corcovado
O Redentor, que lindo!
Quero a vida sempre assim
Com vocę perto de mim
Até o apagar da velha chama
E eu que era triste
Descrente desse mundo
Ao encontrar vocę eu conheci
O que é felicidade, meu amor.
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