El fin es inminente:
Ya apenas quedan besos
En el cesto del deseo
Y los pétalos de rosa se están pudriendo
Entre los dedos que los deshojaban.
Todo lo indica, sucede
Que caen como dientes viejos las horas
Exactas que ayer fueron nuestras…
Se rompen, se desvanecen
Devoradas por arañas que esperaban su turno
En la oscuridad.
Y ya: el silencio.
Qué desconcertante
Y qué bello, si no fuera el fin.
En mitad de una extraña calma,
Como una piedra
Sumergida en el océano,
La concha vacía de alguien que ya no soy yo.
Estas inquietantes imágenes pertenecen a Claude Verlinde
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