Media noche de un día de agosto en Benidorm. Cerca del mar, en la penumbra, una pareja de enamorados se besa a la luz de la luna.
-Teresa: tengo una sorpresa para tí, dice él.
Ella lo mira sonriente. Él saca de su bolsillo un pequeño candado.
-Me hablaste tanto de este lugar que pensé que te haría ilusión que compartiéramos un candado. Incluso he escrito nuestros nombres con un rotulador permanente.
Teresa mira el candado. Sonríe aún más.
-¡Qué buena idea, Agustín! Es muy romántico. ¿Me dejas que lo ponga yo?
-Lo cerraremos entre los dos y tiraremos la llave al mar.
Teresa busca entre los cientos de candados un lugar libre. Algunos van prendidos a otros, es difícil encontrar un hueco libre. Entre la masa de metal llena de buenos deseos, uno que una vez estuvo en su mano:
Pere i Teresa, 30 de abril de 2011
Os animo a escribir vuestra historia de candados y si quereis, la publicaremos en el blog del CELB)
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