Todas las tardes me siento al borde de este mar de mi patria, enredando los hilos de mi costura, para esperarlo. El hombre de mi vida. Mi sueño. Mi único destino.
Cuando llegue, vencedor de una larga guerra, me estrechará con sus fuertes brazos y yo me derretiré como la nieve en un día de agosto.
Sobre él seré agua, el agua paciente que le espera.
Los días de lluvia escucho sus palabras. Las que me dijo antes de partir y las que me dirá cuando me encuentre. Pero él pidió un largo viaje a los dioses. Y yo una larga espera.
Así es nuestro destino, el de hombres y mujeres, el de Ulises y Penélope.
La imagen: "Nieves", de Julio Romero de Torres.
Y la inspiración ... un poquito de aquí
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