- Sí, guapita.
- Qué bonito: el mar, el sol, tú y yo caminando por esta playa ... parecemos unos novios de postal.
- Venga, no seas pesada y vamos a tomar una cerveza ... ¿llevas cuartos?
- ¿Cuartos?
- Dinero, euros ...
- Pues claro, Mark. Te invito a lo que quieras, pero vamos a subir por esta escalera. Mira, cuántos candados...
- Sí, pero no te entretengas.
- Andá, pero si tienen nombres escritos. Juan y Pepa, Marga y Ramón ... ¡ay, me encanta! ¡Vamos a poner un candado nosotros!- Noooooo.
-Por favor, por favor, que me hace mucha ilusión.
- Vale, luego. Ahora, la cerveza.
- Sí, sí, qué bien. Pero ¿dónde venderán candados?
- Arriba hay una tienda de chinos, seguro que allí tienen un montón.
- ¿Ah, sí? Y tú ¿cómo lo sabes?
- Pues ... yo qué sé. En todos los pueblos hay tiendas. Venga, que tengo sed.
- ¡Ay, qué listo es mi Mark! Y qué guapo. Nos tomamos la cerveza, pero luego venimos, ¿eh? Mira qué nombres más bonitos. Víctor y Sandra. Eduardo y Lidia. Eustaquio, jo, éste se llama Eustaquio, y Lola. Y aquí hay un Mark. Mark, como tú.
- Sí, Chloé, pero déjate ya los candados y vamos al bar.
- ¿Chloé? ¿Qué dices? Yo no me llamo Chloé ...
(Para una propuesta del CELB que yo misma hice.
Os animo a escribir vuestra historia de candados y si quereis, la publicaremos en el blog del CELB)
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