Distraídamente he abierto un libro. Dentro de él, unos pétalos secos de pensamiento que he han hecho recordar el día en que tuve la flor fresca en mis manos.
Fue hace unos meses, una soleada mañana de mayo, en que paseaba por el parque con mi hijo; precisamente el primer domingo de mayo, día de la madre. Y me acuerdo porque le achacaba, por bromear con él, que no me hubiera comprado nada.
Un poco harto y para defenderse de mis palabras, mi hijo quiso arrancar un pensamiento del parque para ofrecérmelo como regalo, pero yo se lo impedí, porque no quería que arrancara ninguna de esas bonitas flores que me gusta admirar cuando paseo.
Poco después, como si alguien me hubiera escuchado, encontré los restos de un pensamiento, apenas unos pétalos, que alguien había desechado, después de arrancarlos. Y esos sí los guardé.
Al llegar a casa los metí en un libro y ahora, sin previo aviso, han salido para inundarme de nostalgia. Veo los pétalos, ya secos, y siento la alegría de esa mañana, que ya no volverá.
pétalos secos
con olor a papel -
y qué nostalgia
4 comentarios:
Es verdad que las flores secas entre los libros guardan mucha magia. Si además eres capaz de recordar el momento en que la guardaste allí es como una fotografía. Al final el empeño de Víctor por hacerte un regalo tuvo sus frutos : un dulce recuerdo.
Y el haiku muy chulo, pero me gusta más el de la piscina ;D...
Besos.
Toñi, no nos dejes en ascuas y dinos -al menos yo siento curiosidad- entre las páginas de qué libro estaban esos pétalos. ¿"Seda" de Baricco, quizá? Algún libro relacionado con China o con Japón tiene que ser por lo de la casa de té. En fin, ya nos contarás. Un saludo.
Jajaja, Teresa. El de la piscina no lo puedo poner, porque es un plagio de uno de Frutos (en plan Marcial)
Un beso.
Has dado en la diana, Enrique. Es el libro que estoy leyendo ahora: "Historias de la palma de la mano" de Yasunari Kawabata.
Un beso.
Publicar un comentario