Pequeñas piedras mezcladas con leche
Y café,
Les doy vueltas,
Las mastico,
Las engullo.
No me saben a nada
Pero me entretiene morderlas.
Y después la digestión
Es tan pesada
Que pienso
No volveré a desayunar piedras
Mientras las echo en el plato
Una vez más.
"Morning news", de Vettriano
4 comentarios:
Habra que aprender a no repetir lo que nos daña.
Y atreverse con las aventuras (nuevas) que a lo mejor nos satisfacen.
Lo malo de las piedras es que tienen ese brillo que nos hipnotiza, nos hace perder la noción de la realidad, y luego, como bien dices, no hay quien las digiera.
Me he identificado mucho con tu poema. Me ha encantado.
Paula, Jorge, entre los dos habeis captado totalmente el sentido del poema :-)
Y lo habeis enriquecido.
Muchas gracias. Un beso.
Me uno a lo que dicen Paula y Jorge. Muy bonito el poema, Toñi, y real como la vida misma.
A veces podríamos elegir otro menú pero las piedras resultan muy tentadoras, aunque sepamos que nos dejaremos los dientes en el empeño (o el corazón).
Por algo se dice que el hombre es el único animal que tropieza con la misma piedra (unos las desayunan, otros se tropiezan con ellas ;D)
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