La invitación llegó a mis manos en forma de avión de papel. Decía: “¿Quieres venir a mi casa a cenar?” Iba junto a un billete de ida a Lazytown. No iba firmada, pero enseguida pensé en Sportacus y me sentí como a quien le toca el premio gordo de la lotería.
Lo que no comprendía era por qué se había fijado en mí: odio la verdura, fumo como una chimenea y me he pasado todo el año sin moverme del sillón, comiendo chocolate a manos llenas (chocolate belga, eso sí) y echándome unas siestas de campeonato (con el sano objetivo de batir el récord que ostentan mis gatos).
Sea como fuera, Sportacus quería cenar conmigo y la fecha del billete era para dentro de un mes, así que tenía tiempo más que de sobra para ponerme en forma, eso sí, renunciando a descansos y siestas, pero pensando en el premio que me esperaba: Sportacus y sus saltos, Sportacus y sus flexiones, Sportacus con su cuerpo perfecto e inagotable... Había que estar a la altura de las circunstancias.
Y después de un mes agotador de gimnasio (y agujetas), privaciones y sacrificios varios, llegó el día de la cena.
Cuando llegué a Lazy Town una escalerilla descendió del extraordinario dirigible donde vive mi héroe. Subí las escaleras como si fuera una trapecista en su día de triunfo, demostrando mi recién estrenada forma física. Y nada más entrar en lo que parecía el cielo, me encuentro con Robbie Rotten, el malo de la ciudad.
- ¿Ya estás aquí, querida? - me dice con su cara de pérfido
- Pero bueno ¿esto qué es? ¿Dónde está Sportacus?
- De vacaciones en Benidorm. Lleva allí todo el verano. En realidad, fui yo quien te envié la invitación ...
- ¿Tú? ¿Y por qué me has engañado así?
- Pero bueno ¿esto qué es? ¿Dónde está Sportacus?
- De vacaciones en Benidorm. Lleva allí todo el verano. En realidad, fui yo quien te envié la invitación ...
- ¿Tú? ¿Y por qué me has engañado así?
- Es que pensé que no ibas a querer cenar conmigo ... todas están locas por él y a mí nadie me hace caso... - me dijo lloriqueando (claro que se le notaba a la legua que tenía más cuento que Calleja)
En fin, era para matarlo ... Pero pensándolo mejor ¡pobre Robbie! Con alguien como Sportacus haciéndole sombra (y nunca mejor dicho, porque el dirigible ... ) tiene que buscarse estos trucos para ligar alguna vez. Me quedé mirándolo y pensé que bajo esa capa de betún de su pelo y esos gestos histriónicos que lo hacen tan feo quizás se ocultaba alguien interesante. O diverido. Y ya que estaba en Lazy Town ...
- Venga vale, no te pongas así. Vamos a cenar.
- Pero tiene que ser en mi casa. Esto es insoportablemente blanco.
- Y tiene un ambiente asquerosamente sano. En tu casa ¿hay ceniceros?
- Sí ... y un sillón de felpa rosa lleno de ácaros. Te gustará.
- Estupendo ... pero antes tendrás que lavarte el pelo ...
3 comentarios:
Me ha encantado Toñi. Aunque podías haber avisado antes de que Sportacus andaba por Benidorm. Lo mismo me había acercado aprovechando las vacaciones.
Bueno, otra vez será. Por cierto... El sillón rosa ese... tiene pinta de ser bastante cómodo ¿verdad?
Veo que tus protas se apuntan a un bombardeo.
Claro, como su creadora.
Gracias, Paula.
¡Mecachis! Se me olvidó ponerlo en facebook (las vacaciones de Sportacus)
Y eso que este año no voy a Benidorm.
El sillón es cómodo, pero es demasiado rosa, incluso para mí.
Jorge:
Hay que aprovechar los buenos momentos. Eso lo he aprendido en el Hope.
Un beso :-)
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