Esta historia es una historia sin final, como todas las historias de verdadero amor. Simplemente, esa noche escribieron la frase en un candado. Lo cerraron. Fueron hasta la playa. Se quitaron las zapatillas. Ella soltó su largo cabello de color dorado. Él dejó sobre la arena el móvil y la cartera con el carnet de identidad, la VISA y las llaves del coche que había aparcado en una zona de estacionamiento prohibido. No se quitaron la ropa. Se metieron en el mar, lentamente. Poco a poco, en los muslos de ella comenzaron a aparecer escamas y, también poco a poco, hasta que dejó de hacer pie, sus piernas se transformaron en una cola de pez. Él empezó a boquear cuando le faltó el aire. Y entonces ella se abrazó a él y le besó y así, unidos en un beso eterno, se sumergieron y desaparecieron para siempre en el inmenso y oscuro mar.
viernes, 12 de agosto de 2011
Candados - Tres
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2 comentarios:
Me gusta mucho, ser pez siempre ha sido una de mis reencarnaciones preferidas, puede ser porque no sé nadar.
Un beso.
Alicia.
Gracias, Alicia. A mí también me gustan mucho las sirenas. Y el mar y sus peces ¿será porque soy piscis?
Te aconsejo que aprendas a nadar; es fácil si lo intentas y nunca es tarde para aprender algo tan placentero como volar sobre la superficie del agua.
Un beso y gracias, Alicia.
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