No sé si las tradiciones parten de pequeñas anécdotas que, con el tiempo, se hace imprescindible repetir. Porque lo hemos pasado bien, porque nos ha gustado o simplemente porque fue una excusa para unir en un momento a unos cuantos amigos. El año pasado celebramos el I Hanami Albaceteño. La excusa era ver los cerezos en flor y algunas sorpresas que Juan Carlos, nuestro haiyín más activo, nos tenía reservadas. Y lo pasamos bien: paseamos, comimos, charlamos, nos tomamos unos cubatas ... y vimos cerezos. Y hermosos lirios. Campos verdes. La flor del espino albal (estar debajo de aquel árbol, una sensación que nunca olvidaré). Los ciervos, con sus cuernos en flor. Cardos y torbas de las que le gustan a Elías. Mi hijo jugó al fútbol con Frutos y con Mercedes y entre goles y patadas estuvo persiguiendo los chiguaguas de Miguel y yo no paré de hacer fotos (ya conoceis mis costumbres) y de estar por aquí y por allá (así somos los dientes de león). Al final nos dimos unos cuantos achuchones con la excusa de que estábamos felices (y lo estábamos) y que el día nos fue absolutamente propicio.
Este año me lo voy a perder, pero algo de mí estará junto a los que vayan al hanami. Un campo lleno de dientes de león. Un viento travieso que despeinará alguna cabellera. Algún gato buscando un poco de tranquilidad. Pensaré en vosotros, amigos y espero que cuando nos volvamos a ver me conteis muchas cosas interesantes.
Porque este año será perfecto. Y espero que haya fuerzas, ánimo y ganas para seguir celebrando el hanami. Por supuesto, el hanami albaceteño, en el que es imprescindible llevar bota, navaja y boina. Ea.
Gracias a la generosidad, energía desbordante y espíritu travieso de Juan Carlos, a quien le he robado esta foto serio y con katana, un auténtico japonés por fuera y por dentro.
1 comentario:
maravilloso. gracias y que lo psen muy bien.
un abrazote
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